ESTA SOY YO
Bienvenidos a mi nuevo proyecto: “el arte de educar”. Es la primera vez que hago esto así que os pido que me perdonéis si me excedo o me quedo corta con mis explicaciones, prometo aprender por el camino. Por lo visto lo habitual es empezar los blogs contando cómo me llamo, quién soy y el porqué de este blog. Pero para todo eso, me voy a remontar unos años atrás, 26 ni más ni menos.
Soy la segunda de cuatro hermanos. Soy la segunda hija de unos padres maravillosos que me criaron en una bonita ciudad llamada Valladolid.
Me paro a hablar de mi familia porque en mi caso es de vital importancia en cómo he llegado aquí. Resulta que después de una hermana mayor responsable, inteligente, una amante de la ciencia, atenta y tremendamente dedicada a su familia, nací yo, no tan responsable ni tan inteligente, pero con una gran curiosidad por el mundo que me rodea, en especial por la historia y por el arte. Cuando ya tenía cinco años, nació el hombrecito de la familia. Un niño desde pequeño más maduro que sus iguales, con el tiempo un (casi) hombre siempre cariñoso, muy prudente y asombrosamente generoso.
Por último, cuando pensábamos que la familia se había completado, nació la muñeca de la casa. Lo más bonito que nos podían regalar mis padres. La niña que nos trastocó la vida con su luz, su sensibilidad y también con su fuerte carácter hace exactamente 18 años.
Hasta aquí mis hermanos, que no es poco. Podría hacer varias entradas hablando del resto de mi familia, porque creo que todos y cada uno de ellos podrían ser los protagonistas de estos pequeños textos que voy a ir colgando. Pero me temo que de esto no va el blog.
Como ya os he hablado de con quién me crie, creo que lo que viene ahora es deciros de dónde vengo. Como os adelantaba al comienzo de mi redacción, nací en Valladolid.
Para quien no conozca esta ciudad, se la resumiré muy brevemente. Es una ciudad mediana, yo diría que del tamaño perfecto para vivir sin aburrirte y para moverte por ella sin perderte. Tiene pavos reales y ardillas, os lo juro. Pero también tiene lechazo asado, sopas de ajo y patatas a la importancia. Puedes deleitarte con sus vinos y aficionarte a los Lorencitos. El verano no se está nada mal, mientras no salgas entre las 12:00 y las 17:00, las noches son fresquitas y se agradecen los paseos bajo las estrellas. Los inviernos no son tan divertidos, desearías no tener que salir del calor de tu cama cada mañana y enfrentarte a las nieblas fantasmagóricas de Valladolid. Aquí las aceitunas tienen titos, no huesos, en los pies no llevamos zapatillas sino playeras, nos tomamos chismes y somos leístas a rabiar. Quitando esas pequeñeces, somos bastante normales, nos gusta la vida de barrio, pero también sentirnos modernos en los nuevos locales. Estoy bastante orgullosa de la ciudad donde nací, considero que está constante movimiento, que cambia, se mueve y avanza, me gusta su gente y su carácter sobrio (aunque no tanto como dicen).
Y aquí nací yo un 5 de enero de 1997, el único día que recuerda mi padre que nevara así en Valladolid (Filomena aparte) y el regalo de Reyes según mi hermana mayor.
Cuando tenía 3 años entré en un colegio Maristas donde me enseñaron muchos de los valores que hasta día de hoy mantengo y donde conocí a algunas de las personas más importantes en mi vida. Allí me desarrollé tanto intelectual como personalmente y es una de las causas por las que hoy, después de tanto tiempo, estoy escribiendo para la asignatura de Procesos y Contextos educativos del Máster de educación Secundaria.
Después de una bonita primaria, llegó secundaria con sus cambios físicos, sus granos, sus gafas y sus brackets. Por fin llegó Bachillerato, más guapos pero más estresados.
Cuando acabé esos dos tortuosos años, por primera vez en mi vida, tenía que decidir qué hacer con mi futuro. Y así, sin comerlo ni beberlo, me planté en primero de carrera de Historia del Arte con una sonrisa enorme escondida detrás de una timidez que me hizo pasar desapercibida bastantes días hasta que me decidí a hablar con el resto.
Universitaria, ni más ni menos, no me lo creía, podía asistir a clase o no, nadie me iba a vigilar, podía ir a la cafetería entre clase y clase y tomarme un café (o en su defecto un cubo de cervezas) con mis nuevos compañeros. Era un mundo nuevo. Y como todo lo nuevo, hay que adaptarse, mi primer año no fue muy productivo académicamente hablando, eso sí aprendí el arte de jugar al mus, y sobre todo aprendí a tener muy cerca a mis veteranos, ellos son la clave para salvarte de un día sin apuntes o darte los mejores consejos para camelarte al cascarrabias de tu profesor. Entre idas y venidas, los años fueron pasando y fui mejorando en mis costumbres y mis resultados, así acabé la carrera y volví a misma situación que tuve cuando cumplí los 18, ¿y ahora qué?
En mi mente la idea de ser profesora rondaba de manera continua pero aún algo lejana, decidí especializarme en algo más concreto e hice el Máster en Gestión cultural y economía de la cultura, un año del que principalmente me llevo personas que valen oro. Pero acabó, de nuevo, y no veía el momento de ser profesora. Aún quería ver si era capaz de entrar al mundo laboral y salir ilesa.
Por eso, me fui a la bella Barcelona. Allí viajé, comí, bebí, bailé, salté, trabajé y me enamoré. Y con este nuevo amor volví a mi ciudad natal, ahora ya con un sentimiento de plenitud que me llenaba el corazón. En ese momento decidí que sí, que era ahora, que no iba a alargarlo más porque sabía que estaba hecha para esto, para educar y enseñar.
En definitiva, que esta soy yo, una mujer de 26 años con grandes expectativas de la vida, con ganas de aprender, de crecer, de conocer y de vivir. Una persona que ama el deporte y los museos, alguien a quien le gusta tanto un vermut como una jarra fría de cerveza, alguien que piensa que su familia es la suerte de su vida y que a la vez cree que el amor lo mueve todo. Soy soñadora, soy sensible y soy paciente, también soy algo cabezota si se me mete entre ceja y ceja, pero se me pasa rápido.
Por cierto, soy María, que aún no nos habíamos presentado. Gracias por leerme y bienvenid@ a mi blog.
Apolo y Dafne de G. Bernini (1625) |
Detalle de Apolo y Dafne (1625) |
Me encanta!! Tanto la forma como el contenido.Mucha suerte!!
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario! Espero que te gusten las próximas publicaciones
EliminarBonito relato, he disfrutado leyéndolo, sigue así, espero q la vida te regale suerte por todos tus méritos. Felicidades
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario!
EliminarMe ha encantado!!! Qué bien defines tu vida presente y futura🥰 orgullosa de ti
ResponderEliminarMuy interesante. Te seguiré con interés
ResponderEliminarMe encanta tu contenido!!!
ResponderEliminarLo bonito que escribes , me llena de orgullo y emoción , espero q todos tus sueños se hagan realidad .
ResponderEliminarHola María, me ha gustado mucho tu historia. ¿Cuál es tu pintura favorita?
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme Luis.
EliminarPero uuff, esa pregunta debería estar prohibida. Es como escoger entre un buen vino y una buena comida, ¿para qué si lo puedo hacer ambas?
Gracias:)
Hola, te dejo este comentario para ver si me sigues, es un experimento
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