PREGUNTAS, PREGUNTAS Y MÁS PREGUNTAS
El estado de la educación en España es un tema constantemente hablado y discutido en nuestro día a día. Se habla en la televisión, en TikTok, se habla en las sobremesas e incluso en la cola del supermercado. Es un tema que aparentemente a todo el mundo le preocupa pero que sin embargo parece ser demasiado complicado de abordar para nuestros políticos. Cada cuatro años la frase “Conseguir un pacto educativo” llena los titulares de la prensa. Y, a la vez, cada cuatro años se intenta colocar una nueva ley que tire por los suelos lo que “la oposición” consideraba su mejor opción.
Realmente, ¿es tan difícil ponerse de acuerdo sobre una serie de valores y contenido educativo que queremos para nuestros jóvenes?
Esta es solo una de las muchas preguntas que me surgen cuando pienso en el sistema educativo español. La siguiente que me atormentaba cuando tenía 17 años y hacía la lista sobre mis preferencias en Universidades y carreras universitarias era la siguiente: ¿Por qué hay tanta diferencia entre Comunidades Autónomas? ¿Por qué yo tengo que estudiar 16 temas de Filosofía y mis vecinos solo se examinan de 7? ¿Por qué no existe un sistema de evaluación nacional y conjunta donde se requieran los mismos contenidos y capacidades ya que todos accedemos de la misma manera a las universidades?
Estas preguntas nunca llegué a contestarlas porque, por suerte o no, entré en la Universidad de Valladolid a estudiar Historia del Arte como había planeado y esas preocupaciones se sofocaron. Pero que perdieran importancia para mí no significa que desapareciera el problema. Lo que ocurrió es que surgieron otra serie de preguntas que me acechaban cuando se acercó la fecha de los exámenes del primer cuatrimestre.
¿Este sistema de examinación basado en la memorización es efectivo? ¿Sirve de algo saber el año exacto de la construcción de la catedral de turno si no sé deducir con los conocimientos adquiridos por qué, cómo y de qué manera sucedió? Esto me llevó a otra serie de cuestiones sobre el modelo de aprendizaje planteado por la universidad. No entendía cómo en la Facultad de Filosofía y Letras no nos alentaban hacia un pensamiento más crítico, favoreciendo un conocimiento basado no solo en el aprendizaje de conceptos sino también en una posterior reflexión sobre la Historia.
¿Esta memorización constante sería útil a la larga? Ahora, 3 años más tarde tengo la respuesta: no. Este estudio concede el aprobado a corto plazo, pero hace que se olvide fácilmente a medio-largo plazo.
Sin embargo, cuando conseguí superar el grado y me planteé sumergirme en el mercado laboral me di cuenta del siguiente problema: no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo. Por entonces comprendí la poca formación que tenía al respecto y que nadie me había orientado hacia el mercado laboral durante mi proceso educativo. ¿La Educación Secundaria Obligatoria tiene en cuenta la formación profesional? Y si al final te decantas por un grado universitario, ¿sales de la universidad preparado para el mundo laboral?
En definitiva, me encantaría haberos hecho una explicación detallada sobre mi opinión con respecto a la educación española, pero aún hay muchas preguntas en mi cabeza que no he conseguido responder.
La última lección del maestro (A derradeira leición do mestre)
de Alfonso Daniel Rodriguez Castelao, 1945
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